martes, 2 de noviembre de 2010

The Real Me

La canción “The Real Me”, segundo corte de la opera rock Quadrophenia (1973) de The Who, plantea a ritmo frenético los problemas de identidad de Jimmy, un joven mod británico de los años sesenta, que es el protagonista del doble álbum conceptual y de la película resultante. En ella, Jimmy pregunta sin éxito a un médico, a su madre y a un predicador si pueden ver “su verdadero yo” (can you see the real me?), si pueden ayudarle a aclarar su percepción sobre sí mismo. Y al final de la película y del disco, a través de un acto catártico de transformación como es despeñar la motocicleta del "As de Oros" (su ídolo mod) desde un acantilado de Brighton, Jimmy renace renovado a la vida adulta.

Algo me dice que cierta catarsis necesaria ha comenzado a producirse en el microuniverso 2.0; que quizá después de un año y pico de creernos que somos alguien especial montando nuestras lambrettas vestidos con parcas y pantalones pitillo las cosas van a volver a la normalidad de la que nunca debieron salir. Me refiero a la desmitificación de los medios sociales y a sus títeres asociados como somos los Community Managers. Y me gustaría ilustrarlo con tres artículos recientes.

En su blog MarcaPropia, Andrés Pérez Ortega nos remite a un texto que ha publicado hoy en Expansión.com, a través del cual expone su opinión  de que se exagera el poder de las redes como lanzadera de la imagen profesional (una constante en su blog). Si bien los medios sociales nos pueden ayudar a darnos a conocer profesionalmente, nunca pueden sustituir el prestigio que confiere el  hablar ante un auditorio o publicar un libro. Una persona supuestamente “influyente” en Twitter no es comparable con alguien que tenga un reconocido prestigio profesional fuera de Internet. Y dice una frase que yo siempre repito como un mantra, “se olvida que la red es un medio y no un fin”.

También en Expansión, el periodista Pascual Drake publicó la semana pasada el artículo “Que no me llames Community Manager”, planteando con humor cómo lo extendido y mal utilizado del término ha acabado por vaciarlo de contenido. ¿Qué es en suma un Community Manager? ¿Un relaciones públicas? ¿Un moderador de foros on line? ¿Un vendedor a través de Internet? ¿Qué? Se le ha creado a dicho perfil un aura sobrenatural que impide comprender la esencia de sus funciones en las organizaciones. El entusiasmo 2.0 ha derivado en la exaltación de la figura hasta llevarla a unos límites ridículos de mesianismo y carisma.

Finalmente, la propia Asociación Española de Representantes de Comunidad (AERCO), reflexionaba este último puente en su blog sobre la necesidad de dejar de hablar de Community Managers y empezar a hablar de Community Management, es decir, de dejar de lado las poses de figurín y centrarse en las competencias profesionales (ésta es mi lectura, ellos no son tan bruscos). Me parece un texto acertado, especialmente viniendo de donde viene.

¿Estaremos llegando al principio del fin de la tontería 2.0 para centrarnos en estudiar qué pueden hacer los medios sociales por nuestras organizaciones y empresas? Yo propongo que tiremos la moto por el barranco y evolucionemos hacia la normalidad.

2 comentarios:

  1. la realida? quiza todos vivimos en un mundo que no tiene sentido, por que las peleas el alcohol y los vicios no van a cambiar el mundo o nuestras vidas. pero esto es superficial... esto es mas de conciencia que de acciones. quiza ninguno de estos chicos piensa en el verdadero sentido que tuvo un movimiento de estos. y no por eso se puede decir que todos son iguales. las acciones se toman seas o no de uno de estos grupos.

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