miércoles, 29 de febrero de 2012

Los empleos demandan creatividad

El tema de que las transformaciones que está viviendo el mundo actual, un verdadero cambio de modelo más que una recesión cíclica, tiene connotaciones trascendentales para el empleo y la fuerza de trabajo ya ha sido tratado en este blog. Una parte importante de los millones de puestos de trabajo que se están destruyendo en el marco global nunca van a volver a recuperarse, o por lo menos, no en el mismo lugar en el que fueron destruidos ni con la misma forma que tuvieron antaño.

En relación con lo anterior, hoy quiero hablar sobre el concepto de empleo orientado a la creatividad en contraposición al empleo orientado a la rutina. La necesidad de enfocar el presente y el futuro inmediato desde el prisma de la reinvención y la innovación es algo que se discute ampliamente en la actualidad, y la posibilidad de utilizar la creatividad como recurso económico puede ser parte de la solución a los tremendos problemas laborales que experimentamos. Es algo que introduce el estudio “Ontario in tne Creative Age” de Martin Prosperity Institute, al que he llegado a través de Harvard Business Review, informe que aun siendo un plan de desarrollo para la citada área canadiense y a pesar de datar de 2009, época en la que nuestros problemas no eran los de ahora, introduce una visión sobre el empleo creativo francamente interesante.

A juicio de los autores, la habilidad para generar nuevas ideas y mejores maneras de hacer las cosas es en última instancia lo que lleva a la innovación a elevar la productividad y mejorar los niveles de vida. El proceso de cambio ahora en marcha es una transformación equivalente al paso de la sociedad agrícola a la industrial, y pasa por convertir los empleos rutinarios en empleos creativos, es decir, aquellos que requieren que el trabajador aplique competencias intelectuales y conocimiento a situaciones cambiantes, de cara a la toma de decisiones en cada caso.

Mientras que los empleos rutinarios exigen al trabajador el realizar las tareas en un orden establecido o realizar tareas repetitivas siguiendo un patrón, los empleos creativos dependen de la habilidad del empleado para identificar patrones, analizar alternativas y decidir en consecuencia la mejor manera de proceder.

A través de una serie de datos, el informe demuestra como en Canadá (aunque supongo que es algo extrapolable a gran parte del mundo occidental), entre 1901 y 2006  la proporción de población empleada en trabajos creativos se triplicó, siendo el fenómeno más intenso en las últimas dos décadas. Cada vez más, los empleos demandan creatividad y el reto es construir, no ya una economía creativa, sino una sociedad creativa.

De esta forma, el camino hacia ese nuevo modelo socioeconómico creativo parte de dos interrogantes:
  1. ¿Cómo guiar el desarrollo de nuestra economía hacia una intensiva en empleos creativos?
  2. ¿Cómo introducir creatividad en ocupaciones que tradicionalmente están orientadas a la rutina?
El documento contiene otras ideas muy estimulantes, pero me ha llamado la atención ésta por las connotaciones que tiene de cara al mercado global: los conglomerados industriales (clusters: zonas geográficas especializadas en un sector industrial en donde se concentran numerosas empresas) son más proclives a generar empleos creativos que las actividades económicas más dispersas geográficamente. La razón, a juicio de los autores, es que estos sectores y empresas compiten en términos de productividad y valor añadido procedente de la innovación, y son constantemente fustigados por competidores globales, lo que les obliga a mejorar y renovarse constantemente a través del talento y la creatividad.
 
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