miércoles, 9 de enero de 2013

La desigualdad está aquí para quedarse

Es ampliamente reconocido por todo tipo de organismos y estudios que la crisis actual, el cambio de paradigma socioeconómico más bien, está ampliando la desigualdad en la distribución de la renta entre los colectivos más acomodados y los más desposeídos. El argumento de la inexorabilidad de los recortes de la presencia del Estado en la economía (a través de los recortes en las partidas presupuestarias) para salir adelante, aunque es inconsistente y falso tanto dentro de la lógica económica como de la lógica sin más, ha cuajado como la única solución posible al desastre que vivimos. Enhorabuena al pensamiento extremo liberal por haber conseguido intoxicar la opinión colectiva con tanto éxito en tan poco tiempo.

Desde el blog de Harvard Business Review, el economista del Banco Mundial Branko Milanovic reflexionaba a principios de este mes sobre las posibilidades que presenta de revertirse el proceso actual de incremento de la desigualdad en las sociedades, especialmente en las de Europa y EE.UU. Sus conclusiones no eran muy optimistas, la verdad, básicamente porque en el momento actual cualquier política tendente a equilibrar la renta entre los distintos colectivos a su juicio recibirá (por lo menos en Estados Unidos) muy poco apoyo de la población, a pesar de que ésta se vea lacerada por el desempleo y la falta de ingresos.

Su artículo Why Income Inequality Is here To Stay parte de las teorías de dos pensadores que se han ocupado en su obra de la desigualdad: el filósofo John Rawls y el economista John Roemer.

Rawls considera que aunque formalmente no existe ninguna barrera que discrimine a determinadas personas o colectivos, el nacimiento de una persona, es decir su entorno, condiciona en gran medida sus posibilidades de progresar en la vida. En otras palabras, no todo el mundo arranca de la misma posición de partida y aquellos que dispongan de una riqueza heredada o de una educación privilegiada llegarán más lejos que los que no.

Por su parte Roemer en su libro Equality of Opportunity (1998) defiende que la renta percibida tendría que estar asociada al esfuerzo de la persona y a ningún otro factor que distorsione la distribución a favor o en contra de cada individuo. De esta forma, la renta no estaría asociada a la productividad de cada uno sino a su esfuerzo, pues Roemer considera que la productividad de cada persona está condicionada por su entorno (riqueza familiar, educación de calidad…).

Ahora bien, el problema es en qué se traducen las teorías de Rawls y de Roemer al convertirlas en política económica.

La búsqueda de la igualdad social en Rawls implica:

  • Aumento de la progresividad impositiva.
  • Aumento de la imposición sobre las herencias (sucesiones y donaciones).
  • Asegurar la igualdad en el acceso a la educación de la mejor calidad (impulsar la inversión en la enseñanza pública).

Y las medidas de Roemer supondrían:

  • Igualar las rentas entre distintos grupos sociales, aunque permitiendo la variación dentro de cada grupo.
  • Limitar los salarios más altos.
  • Tipos impositivos marginales muy altos.
  • Inversión elevada en el sistema público de educación (Milanovic sugiere incluso la nacionalización de centros educativos de élite – ahí se ha pasado).

El autor del artículo afirma que para el caso de Estados Unidos estas medidas no tendrían el apoyo de la población, aunque por desgracia no desarrolla demasiado esta última parte.

Pero, ¿qué pasa con España? ¿No resultan atractivas la mayor parte de estas medidas, teniendo en cuenta que algunas ya se están tomando pero para favorecer a la banca? Estamos sufriendo todo tipo de subidas de impuestos cuya única finalidad es ayudar a un sector mal gestionado y corrupto. ¿Por qué no exigir a los que más tienen que sean solidarios y que contribuyan en la medida de su renta y patrimonio, gravando más las rentas altas, las sucesiones y el patrimonio (en vez del consumo) y no poner un límite a los salarios más altos?

Le estamos quitando recursos a una educación y una sanidad, que por mucho que digan han sido sostenibles durante décadas, para “salvar” a unos bancos que encima van a dejar a miles de personas sin trabajo. ¿A qué estamos jugando?

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