domingo, 7 de diciembre de 2014

Los factores psicológicos y sociales en las políticas de desarrollo

Resulta francamente interesante la aproximación al proceso de desarrollo económico ofrecido por el Banco Mundial en un reciente informe que toma en consideración factores psicológicos y sociales para complementar el fresco del progreso de una sociedad. Básicamente, se trata de reconocer que los seres humanos, las unidades últimas de la métrica económica, no son números sino personas sujetas a emociones. Los autores del trabajo lo expresan con gran claridad:
“Los individuos no son autómatas calculadores. Por el contrario, son actores maleables y emocionales, cuyas decisiones se ven afectadas por elementos contextuales, normas sociales y redes sociales locales, y modelos mentales compartidos”.
La publicación lleva por título Informe sobre el desarrollo mundial 2015. Mente sociedad y conducta. La idea central que presenta es que si nos fijamos en cómo piensan las personas y en cómo el entorno social influye y configura dicho pensamiento, podemos obtener una información muy valiosa de cara a diseñar e implementar políticas de desarrollo exitosas.

El informe se basa en tres principios sobre el comportamiento humano que emergen de recientes teorías de la psicología:
  1. Los individuos adoptan la mayoría de sus opiniones y de sus decisiones de manera automática, no deliberativa: llamamos a esto “pensamiento automático”.
  2. El modo en que las personas actúan y piensan suele depender de lo que hacen y piensan quienes los rodean; llamamos a esto “pensamiento social”.
  3. Los individuos de una sociedad determinada comparten una perspectiva común sobre el mundo que los rodea y sobre sí mismos; llamamos a esto “pensamiento basado en modelos mentales”.
El estudio del lugar qué ocupa el factor humano en la toma de decisiones nos ayuda a comprende mejor temas como la persistencia de la pobreza, el desarrollo en la primera infancia, las finanzas domésticas, la productividad, la salud o el cambio climático.

La simplificación que caracteriza a los modelos económicos parte de la base de que el individuo utiliza todo tipo de información y señales del entorno para proyectarlas hacia el futuro y poder tomar una decisión en el presente. Pero esto que suena tan académico y tan bien no suele ser la norma.

Las personas se enfrentan a una inmensa cantidad de información que no tienen capacidad de procesar y por tanto han reducido los procesos de toma de decisiones a dos: los rápidos y automáticos y los lentos y deliberativos. El primero toma en cuenta lo que viene de manera automática, no exige esfuerzo, se basa en asociaciones y es intuitivo; el segundo, por contra, toma en cuenta un amplio conjunto de factores pertinentes, exige esfuerzo, se basa en deliberaciones y es reflexivo.

Ni que decir tiene que en la mayoría de los casos aplicamos el pensamiento automático, incluso cuando pensamos que estamos aplicando el deliberativo. Tendemos a simplificar los problemas que enfrentamos y a sustituir la información que necesitamos por nuestra visión del mundo y creencias.  Esto nos puede llevar a interpretar erróneamente una determinada situación.

Por otra parte, el llamado “pensamiento social” hace que, como miembros de un colectivo, modelemos nuestra conducta influidos por los demás, por lo que hacen los otros o por lo que piensan de nosotros.

Por último, los seres humanos piensan a través de modelos mentales, es decir, “conceptos, categorías, identidades, prototipos, estereotipos, argumentos causales y cosmovisiones extraídas de sus comunidades”.

Estos modelos son productos de la interacción social y son heredados como cultura, e  influyen en el comportamiento individual. Un ejemplo de modelo mental son los estereotipos, que no son otra cosa que la visión comúnmente aceptada que un determinado grupo social tienen sobre algo.

El informe del Banco Mundial defiende el considerar los factores psicológicos y sociales en el estudio del desarrollo económico, aunque reconoce que también los investigadores pueden caer en las trampas de las ideas preconcebidas y heredadas:

“Los propios profesionales del desarrollo son víctimas de los sesgos y los errores que pueden surgir del pensamiento automático, el pensamiento social y el uso de modelos mentales. Por lo tanto, deben estar más conscientes de estos sesgos, y las organizaciones deberían implementar procedimientos para mitigar su efecto.”




domingo, 30 de noviembre de 2014

Los caídos de la economía digital: trabajadores pobres de un mundo rico

Toda revolución tecnológica tiene un fuerte carácter disruptivo. Recordemos que la Revolución Industrial, en sus fases sucesivas, nos legó avances como el ferrocarril o la iluminación eléctrica de las calles, entre otras muchas aportaciones a la calidad de vida, pero no olvidemos que también supuso la explotación de la mano de obra en las fábricas y talleres, su hacinamiento en condiciones de vida insalubres, y en suma, el traslado de la división social estamental rural tradicional del Antiguo Régimen al medio urbano, bajo la égida del incipiente capitalismo. El maquinismo supuso entonces el desplazamiento del trabajador manual y su condena al desempleo o al subempleo.

Tras generaciones y generaciones de trabajadores industriales viviendo en situación de pobreza extrema, a mediados del siglo XX las naciones europeas y EE.UU. comienzan a poner en práctica políticas basadas en la distribución de la renta, principalmente garantizando el acceso de toda la población a la educación y la sanidad y estableciendo una cobertura ante el desempleo, que realmente implican una mejora sustancial en las condiciones de vida de los estratos más vulnerables de la sociedad.

Es cierto que entonces se produjo un paso adelante sin precedentes en la historia de la humanidad, pero también hay que reconocer que el sacrificio humano y el dolor que generó no puede obviarse. En la actualidad parece ocurrir algo parecido: una revolución digital que nos ha dejado la interconexión del mundo a través de redes, que nos ha metido en el bolsillo los teléfonos móviles, pero cuyo nuevo paradigma socioeconómico está implicando abandonar en la cuneta a una proporción importante de la mano de obra, generando altas tasas de desempleados.

Muy gráficamente, la revista The Economist (que ha dedicado uno de sus números de octubre al análisis de este tema) define el fenómeno como “riqueza sin trabajadores, trabajadores sin riqueza” (“wealth without workers, workers without wealth”). No se trata de un mero juego de palabras; estamos ante un modelo económico emergente intensivamente tecnológico que requiere de muchísima menos mano de obra para generar valor añadido.

Este esquema beneficia a aquellos muy formados que tienen trabajos muy especializados en profesiones relacionadas con la alta tecnología y deja de lado a todos aquellos trabajadores de baja formación y trabajos poco especializados, cuyos perfiles laborales pueden ser sustituidos –total o parcialmente- por máquinas. Como consecuencia, excepto en profesiones especializadas de los sectores tecnológicos, los salarios medios reales están estancados desde 2000 en la mitad de los países de la OCDE, y precisamente en aquellos países en los que se registra un crecimiento del empleo, como Reino Unido y Alemania, es donde más se han ajustado.

De acuerdo con The Economist, en los próximos años este proceso disruptivo se extenderá más si cabe, principalmente por tres razones:

  • Los progresos en el campo de la inteligencia artificial amenazarán los puestos de trabajo de cada vez más trabajadores. Los efectos subirán como la ola de un tsunami hacia arriba en la escala de la especialización, afectando a trabajadores cada vez más formados, cuyas competencias podrán ser desempeñadas por ordenadores.
  • Además, la creación de riqueza en la era digital requiere de poca fuerza de trabajo. Ejemplo de ello son los gigantes de la economía mundial Facebook y Google, que cuentan con menos de 50.000 trabajadores cada uno. Cualquiera puede ahora lanzar un negocio provechoso con pocos recursos.
  • Y para colmo estas tendencias están trasladándose a los países emergentes que antaño cimentaban su posicionamiento global sobre el uso intensivo de mano de obra, pero que a medida que están experimentando el encarecimiento de los costes laborales tienden a sustituir trabajadores humanos por máquinas. La manufacturera china Foxconn es buen ejemplo de ello.
El nuevo mundo en el que nos adentramos trae consigo un aumento de la desigualdad y  divisiones sociales importantes: entre las rentas del capital y las del trabajo, cuya distribución se inclina desproporcionadamente hacia el primero, y entre los trabajadores altamente cualificados y los que no lo están.

Ciertamente, la promesa de que la tecnología mejorará nuestras condiciones de vida no se está cumpliendo por ahora, aunque eso sí, nos da la oportunidad de tuitear las mayores sandeces que se nos ocurran a todo el orbe.
  
  

sábado, 22 de noviembre de 2014

Tecnología en el aprendizaje: el futuro ya es presente

La Dirección General de Educación y Cultura de la Comisión Europea lleva a cabo un proceso de vigilancia del grado de aplicación de la tecnología en la educación a través del programa HORIZON. Recientemente ha lanzado la edición 2014 del informe relativo a la educación primaria y secundaría (el dedicado a la educación superior ya lo comentamos en otro post).

La publicación Horizon Report Europe 2014 Schools Edition divide las conclusiones del estudio sobre el grado de penetración de las TIC en tres grandes epígrafes: tendencias, obstáculos y grado de desarrollo de la adopción de tecnología.

Desde el punto de vista de las tendencias presenta una subclasificación temporal, atendiendo a cuándo se espera que alcancen efectivamente a las escuelas:

Tendencias rápidas: las que llegarán a los colegios europeos en dos años.

  • Creciente ubicuidad de los medios sociales: con cerca de 300 millones de usuarios en Europa, los medios sociales son utilizados por un 40% de la población del continente. Los profesores y alumnos no son ajenos a la tendencia y cada vez los incorporan en mayor medida como canales de comunicación académicos. 
  • Repensar el papel del docente: implica analizar cómo las herramientas informáticas y los medios sociales afectan a su perfil profesional, para que los educadores puedan asumir el papel que se espera de ellos en una sociedad digital.
Tendencias a medio plazo: las que probablemente tengan lugar dentro de entre tres y cinco años.

  • Creciente interés en los recursos educativos abiertos: cada vez cobran más importancia dentro de los sistemas educativos aquellos recursos que no sólo son gratuitos, sino que pueden ser libremente modificados, copiados y distribuidos.
  • Uso creciente de diseños híbridos de aprendizaje: se trata de modelos educativos que combinan la clase presencial con el uso de plataformas online de aprendizaje, tanto individual como en grupo.
 Tendencias a largo plazo: las que no se esperan antes de cinco años.

  • Evolución del aprendizaje online: las necesidades pedagógicas de los alumnos y profesionales de los docentes darán forma a las versiones futuras del aprendizaje online.
  • Auge del aprendizaje y el asesoramiento basado en los datos: la aplicación de la analítica web a la personalización del proceso de aprendizaje del alumno, de forma que se aprovechan todos los datos que genera online para conocerle mejor y potenciar su proceso formativo, todavía está dando sus primeros pasos, aunque se espera que cobre fuerza a largo plazo.
 Los obstáculos a los que se enfrenta la modernización de la enseñanza también son objeto de una subclasificación, en función de si son salvables, difíciles o “endiablados”.

Se concibe como obstáculos salvables aquellos que comprendemos y que sabemos resolver, como:
  • Integrar las TIC en la formación del docente: a pesar de que una parte de los centros escolares europeos ya están dotados de tecnología, todavía hay una falta de formación tecnológica entre los docentes que les permita aprovechar al máximo esos recursos.
  • Las bajas competencias digitales de los estudiantes: a pesar de que pasan mucho tiempo en las redes, los jóvenes carecen de una verdadera cultura digital, que les permita navegar seguros,  discriminar las fuentes de información y utilizar eficientemente la avalancha de datos de la que están rodeados.
 Otra categoría es la de los obstáculos difíciles, que no son otros que los que comprendemos aunque la solución se nos escapa.
  • Combinar el aprendizaje formal e informal: se admite que una parte importante del aprendizaje se produce fuera del aula y del entorno educativo, se trata del aprendizaje informal. Dada la importancia de éste, el reto consiste en combinarlo efectivamente con el aprendizaje formal para obtener los mejores resultados.
  • Crear oportunidades para el aprendizaje auténtico: es otro de los retos: llevar el aprendizaje de la vida, de la calle, de situaciones reales, al aula, algo que presenta un gran potencial pedagógico y una ocasión para enganchar el interés del alumno.
Por último, el informe nos presenta los retos “endiablados”, que son los que ya son tan difíciles de plantear como para encontrarles una solución:
  • Pensamiento complejo y comunicación: se trata de formar al alumno en formas complejas de pensamiento asociadas a la sociedad digital: diferenciar la inteligencia humana de la artificial, abstracción, deconstrucción de tareas complejas, deconstrucción de problemas complejos…
  • Estudiantes como codiseñadores del aprendizaje: es quizá el objetivo último de la pedagogía actual, el convertir al alumno en el arquitecto o diseñador de su propio proceso educativo, en colaboración con sus profesores y compañeros de clase.
La última parte del informe está dedicada a las tecnologías específicas y su prospección de adopción en términos temporales. De esta manera:

En el plazo de un año o menos se espera que llegue a los colegios europeos:
  • Cloud computing o trabajo en la nube.
  • El trabajo con tabletas, que llegarán a sustituir a los ordenadores.
En el plazo de entre dos y tres años podría llegar al sistema educativo:
  • Videojuegos y técnicas pedagógicas basadas en el juego (gamification).
  • El mobile learning o aprendizaje con dispositivos inalámbricos que llevan el aprender a cualquier lugar.
En un plazo algo más largo de entre cuatro y cinco años podría llegar a las aulas:
  • El aprendizaje personalizado a través de plataformas online, apps y herramientas.
  • Laboratorios remotos y virtuales para potenciar y apoyar el aprendizaje de ciencias.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

La riqueza se desplaza pero no garantiza el desarrollo


El término “riqueza que se desplaza” (“Shifting Wealth”) ha sido acuñado por la OCDE para describir el proceso mediante el cual determinados países en vías de desarrollo han desplazado a los países desarrollados como epicentro de la actividad económica. Básicamente han mostrado tasas de crecimiento más elevadas durante más de una década.

Esta riqueza en movimiento ha dado a luz otra definición referida a estas naciones, esta vez creada por el Banco Mundial, la de Países de Renta Media (MIC en sus siglas en inglés). Son un total de 86 repartidos por América Latina, Asia, Europa y en menor medida, África.

El crecimiento económico de los MIC en muchos casos ha ido acompañado de una reducción significativa de la pobreza: el Banco Mundial arroja el dato de una reducción del 52% en 1980 al 21% en 2010 de la cantidad de personas que viven con menos de 1,25 dólares al día. No obstante, la OCDE pone en aviso de que gran parte de esta mejora en términos brutos se debe exclusivamente a la mejora en las condiciones de vida de la población china, manteniéndose elevadas tasas de pobreza estructural en numerosos MIC.

A pesar de la aparente mejora económica, que en ocasiones ofrece impresionantes rendimientos de indicadores, muchos países de renta media no están convergiendo con el mundo desarrollado, pues encuentran obstáculos para progresar en términos sociales e institucionales y al no producirse un reparto de la riqueza adecuado entre todos los estratos de población.

Las perspectivas son heterogéneas: naciones como China o Panamá podrían alcanzar la renta media de la OCDE hacia 2050, mientras que otras que aparentemente muestran un buen comportamiento económico, como México, Colombia, Hungría o Sudáfrica, podrían tardar mucho más.

La diversidad de situaciones impide aplicar panaceas de desarrollo que puedan servir para cualquier MIC: cada caso requerirá soluciones distintas. En un post pasado ya hablamos de la “trampa de la pobreza” que amenaza a los MIC asiáticos; ningún país de cualquier otro continente escapa a este peligro si no invierte en mejorar su productividad, tanto de la mano de obra como del capital, así como en la creación y mejora de las infraestructuras.

Por todo esto, la OCDE nos pone en guardia para no perder de vista a los países de renta intermedia, no dejar de apoyarles en sus necesidades de desarrollo y no dar por sentado que han iniciado un proceso de mejora socioeconómica irreversible. El peligro de volver a caer en la pobreza absoluta siempre acecha.

sábado, 25 de octubre de 2014

Los errores de predicción en la economía digital o problemas en el paraíso de Internet


Los sucesivos bandazos que ha conocido el mundo digital desde que hacia 1995 Internet entró en la vida del ciudadano medio a menudo han tirado abajo los más sólidos vaticinios de los oráculos del sector de los unos y los ceros.

Y es que resulta difícil pronosticar en este mundo actual del cambio vertiginoso en el  que las tendencias irrumpen sin avisar, un mundo que no supo ver llegar la denominada red de redes, pues en 1993 todavía se pintaba un escenario de las telecomunicaciones futuras protagonizado por servicios de datos como videotex, hoy desaparecido en el pozo del olvido.

Uno de los números de octubre de la revista The Economist se encarga, -a través de  Schumpeter, su firma habitual sobre negocios-, de recordarnos una serie de predicciones sobre la economía digital que no se han cumplido y que en ocasiones han dado lugar a una situación completamente opuesta a la esperada.

Predicción #1: Internet acabará con la hegemonía de las grandes empresas, ha llegado el reino de la pequeña empresa tecnológica. Pues bien, hoy vemos que efectivamente la red ofrece la oportunidad de acceder al mercado global a miles de pequeñas empresas pequeñas, pero que a la hora de la verdad todo el valor está en manos de unos pocos actores: Google, Facebook, Amazon…

Predicción #2: Internet se basa en el anonimato del usuario, puedes actuar en el escenario digital manteniendo oculta tu identidad. El debate actual sobre el derecho a la privacidad en las redes y la protección de datos personales hace innecesaria cualquier explicación adicional. Solamente tenemos que hacer una búsqueda más o menos comercial en Google para comprobar hasta qué punto la red nos conoce: a partir de ese momento nos emergen en distintas páginas y servicios anuncios relacionados con el producto o rama de productos que hemos buscado, persiguiéndonos como si de una maldición bíblica se tratara.

Predicción #3: Internet suprime las distancias y las barreras geográficas. Pues ésta que parece la más veraz tampoco lo es a juzgar por los estudios realizados sobre el comportamiento del cibernauta. Cuando vemos cómo a través de los servicios de empresas como eBay o Amazon podemos comprar en cualquier rincón del planeta sentimos un aura de omnipresencia.  Pero lo cierto es que los usuarios de la red tienden a comprar en su propio país o en los países vecinos. Por ejemplo, un estadounidense es más proclive a comprar online de webs de Canadá que de Reino Unido.

En este sentido, el artículo argumenta que el mundo virtual no sustituye en absoluto al mundo real sino que ambos se complementan. Una gran parte de las compras realizadas en la actualidad combinan a los dos, bien porque localizamos productos en Internet pero luego los compramos en una tienda física, o al revés, porque tras comprobar que algo nos gusta o sienta bien en un comercio tradicional, lo encargamos online.

Predicción #4: Internet elimina a los intermediarios. Era lógico pensar que un medio que pone en contacto directo al consumidor final con el productor de un bien o servicio determinado no requiera figuras entre ambos que distorsionen los precios. Más el Internet de la actualidad, con una oferta desbordada de información, convierte en necesarias figuras que ordenen y avalen las distintas fuentes, sean comerciales o no. 

Ya nos ocurre en búsquedas de carácter académico, que tendemos a fiarnos más de webs o portales cuya seriedad conocemos. También existen bloggers conocidos en distintos campos que son capaces de guiar a la opinión pública en temas comerciales y en otros que no lo son tanto. 

Y en el campo estricto de la compra de productos, siempre tendemos a confiar más en Amazon, por ejemplo,  que en una empresa desconocida que nos los ofrece, aunque a menudo esta empresa canaliza su oferta a través de Amazon. Es decir, que si vemos unos zapatos que nos gustan en una web totalmente desconocida para nosotros, desconfiamos, pero si los zapatos de esa empresa los vemos en Amazon, entonces compramos online sin reparos.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Vaticinando el futuro tecnológico de la empresa


El estudio sobre la manera en que el cambio tecnológico afecta en la actualidad, y en el futuro inmediato, a la empresa es un ejercicio común realizado por think tanks y empresas de consultoría.

En este caso es Gartner la que nos ofrece una predicción a través de su modelo 2014 Hype Cycle for Emerging Technologies Maps, un esquema de trabajo que permite prever qué tecnologías emergentes irán impactando en los modelos de negocio empresariales en el corto, medio y largo plazo.

La curva que aparece en la figura siguiente establece el ciclo de evolución de cada tecnología emergente desde que nace producto de la innovación hasta que contribuye definitivamente a mejorar la productividad.


En función de este modelo Gartner define un recorrido que siguen las empresas de cara a convertirse en negocios digitales. Son seis etapas o fases:

  1. Analógica
  2. Web
  3. Comercio electrónico
  4. Marketing digital
  5. Negocio digital
  6. Autónomo
El esquema del hiperciclo solamente afecta a los tres últimos estadios:

Marketing digital: es un estado producto de la conjunción de una serie de fuerzas: comunicaciones móviles, medios sociales, la nube y la información. La empresa despliega medios más sofisticados para llegar hasta un consumidor que se involucra en las campañas de marketing como una forma de adquirir notoriedad social, o un valor añadido de producto o servicio.

Esta fase implica a tecnologías relacionadas con: hybrid cloud computing, neurobusiness, gamification, realidad virtual, realidad aumentada, big data…

Negocio digital: una fase que se centra en la convergencia entre personas y cosas. El Internet de las Cosas hace que se diluya la separación entre el mundo real y el virtual. Los activos físicos se digitalizan y forman parte de la cadena de valor junto con elementos virtuales como programas y apps. La impresión en 3D supone un factor disruptivo en la cadena productiva y en la fabricación.

Esta fase implica entre otras a las siguientes tecnologías: impresión y bioimpresión en 3D, Internet de las Cosas, wearables, hogar conectado…

Autónomo: fase final en la que la empresa aplica tecnología para crear capacidades humanas. Por ejemplo, vehículos autónomos que mueven objetos a transportan personas, sistemas cognitivos para redactar textos o programas inteligentes para responder a preguntas de los clientes.

Las tecnologías asociadas a esta etapa son entre otras: asistentes personales virtuales, computación cuántica, vehículos autónomos, robots inteligentes, biochips…

domingo, 28 de septiembre de 2014

Repensando el desarrollo productivo de América Latina

Parece ser, a juzgar por los datos macroeconómicos, que la región latinoamericana está efectivamente entrando en recesión. Todos deseamos que no sea más que un parón temporal del proceso de crecimiento, pero lo cierto es que para este año se espera una tasa global de tan solo el 1,5%.
 
Por supuesto, cada país es un caso distinto en sí, y como vimos en un post de antes de verano, existe una clara dicotomía entre el comportamiento económico de los que integran la Alianza del Pacífico y de los miembros de Mercosur. Pero el panorama general no es halagüeño; el gigante Brasil, que se perfila como una de las potencias hegemónicas de este siglo, está viendo como se desinfla su tasa de crecimiento y de transformación social de forma que peligra el bienestar adquirido recientemente por las nuevas clases medias surgidas de los estratos más pobres de la sociedad.
 
Por su parte, los estados víctimas de gobiernos populistas, como Argentina y Venezuela, se encuentran en la actualidad con grandes problemas institucionales a sumarse a los económicos. Incluso las mejores apuestas de América Latina, Perú, Chile y México, están sintiendo un frenazo en su actividad.
 
Indudablemente, la coyuntura económica mundial, o por lo menos la que afecta a Europa y Estados Unidos, tiene mucha culpa del actual estado de cosas en Latinoamérica, pero existen igualmente otras causas de mayor calado ligadas a la falta de productividad, como subraya un reciente informe del Banco Iberoamericano de Desarrollo (BID) titulado ¿Cómo repensar el desarrollo productivo?  
 
La publicación afirma que los casos de éxito en procesos de desarrollo han estado ligados a políticas de desarrollo productivo (PDP) y pone como ejemplo a Corea, que supo apuntalar su despegue estimulando sectores clave como el naviero, el automovilístico o más recientemente, la electrónica.
 
El BID pone énfasis en separar el concepto de “política de desarrollo productivo” de la política industrial tradicional, principalmente porque la primera supera el foco de las manufacturas y se proyecta igualmente al sector primario y a los servicios, y además trata de ofrecer una visión más amplia que la segunda.
 
En Latinoamérica, las políticas industriales se han aplicado generalmente mal de forma que se ha llegado a considerar que la mejor política es la ausencia de la misma. Baste recordar aquellas políticas de sustitución de importaciones que aplicaron numerosos países de América Latina y Caribe durante las décadas de los cincuenta y sesenta, basadas en establecer barreras arancelarias o contingentes a la importación de determinados productos industriales, y en paralelo, estimular el despegue de esa producción en el interior del país, invitando a menudo al capital productivo extranjero a invertir en los mismos.
 
El fracaso de este tipo de acciones, que en la mayoría de los casos solamente benefició a las empresas multinacionales extranjeras y a las oligarquías económicas locales aliadas con éstas,  llevó a estas acciones institucionales de estímulo del desarrollo productivo al descrédito. Pero el BID considera que los gobiernos de los países de la región deben retomar el liderazgo en el proceso de transformación y aplicar PDPs, siempre intentando evitar los errores del pasado.
 
De hecho, el estudio plantea evaluar cualquier nueva propuesta con un marco que, basado en las enseñanzas adquiridas, separe las que presenten visos de efectividad de aquellas destinadas al fracaso. El BID sugiere realizar tres pruebas a cada nueva política productiva:
 
  1. ¿Cuál es el fallo del mercado que justifica aplicar la política? En teoría toda política pública responde a una necesidad de corregir fallos del mercado, es decir, ineficiencias en el funcionamiento económico, buscando el beneficio social, que el devenir de las fuerzas de la oferta y la demanda no son capaces de erradicar. Una intervención mal orientada puede alterar mecanismos de mercado que funcionaban correctamente.
     
  2. ¿Se corresponde la política propuesta como remedio con el diagnóstico que la justifica, ya sea aliviando el fallo o corrigiendo su impacto? A veces la política aplicada no se corresponde con la solución del problema identificado o actúa solamente sobre los síntomas y no sobre el origen de la causa.
     
  3. ¿Son las capacidades institucionales lo suficientemente fuertes para diseñar y ejecutar la política tal como se concibió?  A pesar de que esté justificada la intervención pública para solventar un fallo del mercado, la Administración y las agencias gubernamentales pueden carecer de la capacidad para implementar adecuadamente una política determinada.

El Banco Iberoamericano de Desarrollo plantea una serie de elementos que a su juicio deben orientar las políticas de desarrollo productivo:
 
Sortear los escollos de la innovación – La inversión en I+D de la región latinoamericana es insuficiente a pesar del evidente valor de ésta como mecanismo transmisor de la innovación a sectores productivos y empresas. Sin embargo, hay que diseñar las políticas de innovación con sumo cuidado, centrándose en subsanar fallos del mercado, para que no generen efectos no deseados.
 
Apoyo a empresas nuevas con alto potencial de crecimiento – Las empresas de nueva creación tienen un efecto desproporcionado sobre el empleo y tienen capacidad para introducir en el mercado ideas nuevas que fomenten la productividad. Las políticas de apoyo al emprendimiento deben centrarse en sectores económicos de alto potencial de crecimiento, pues no todo nuevo negocio presenta perspectivas de crecimiento.
 
Financiación inteligente para el desarrollo – La financiación a través de créditos, garantías y bancos de desarrollo debe aplicarse basándose en el criterio de máxima eficiencia de la inversión.
 
El sector público como coordinador – Una necesidad que puede surgir ante la frecuente falta de coordinación de las empresas de un sector o de distintos sectores. Por ejemplo, en el caso de una determinada innovación que beneficia a todo un sector, las empresas del mismo tenderán a sacar lo más posible de los nuevos procesos o productos intentando financiar lo menos posible. En este tipo de situaciones se hace necesaria una política vertical, es decir, dirigida a un sector específico.
 
Selección de sectores en las políticas verticales – Se trata de políticas para estimular la productividad de sectores clave en una economía que individualmente tengan la capacidad suficiente para contribuir al desarrollo de la nación.
 
En suma, se trata de propiciar el cambio estructural productivo necesario que afiance de una vez por todas la senda del desarrollo.

jueves, 18 de septiembre de 2014

La industria europea que emerge de la crisis

A pesar de que el fantasma del estancamiento económico recorre Europa, las autoridades comunitarias ya utilizan en sus informes económicos expresiones como “ahora que la UE emerge de la recesión”, haciendo gala de un optimismo no compartido por las propias sociedades de los Estados miembro. En cualquier caso, resulta loable que se dediquen a estudiar cómo ha quedado el sistema productivo europeo tras el cataclismo y que propongan medidas para reflotar el tejido empresarial, como hace el informe de la Comisión European Competitiveness Report 2014, que lleva el subtítulo Helping Firms Grow.
 
A lo largo de 230 páginas este trabajo realiza una radiografía bastante pormenorizada del estado de situación de la economía de Europa en el marco geoeconómico global en el que nos movemos actualmente, detectando tanto amenazas como ventajas.
 
Dentro de éstas últimas, los autores postulan que la fortaleza competitiva de la zona europea no ha resultado dañada por la crisis. Seguimos manteniendo una fuerza de trabajo muy cualificada, una importante vocación exportadora y ventajas comparativas asociadas con la especialización en segmentos de producción complejos y de alto valor añadido.
 
La explicación a la caída del peso de la industria dentro del valor añadido se debe no tanto a su pérdida de importancia relativa dentro de la economía como a la caída de los precios industriales respecto a los de los servicios. A pesar del proceso de reindustrialización en marcha, éste puede no llegar a compensar el efecto sobre el PIB de la bajada de los precios.
 
Se percibe una falta de crédito financiero, debido a imperfecciones del mercado, que puede estar frenando el lanzamiento de proyectos económicos altamente viables, especialmente entre la pequeña y mediana empresa. La pyme europea no suele entrar en mercados exteriores y sus relaciones internacionales se limitan a la exportación.
 
En el campo de la innovación, el informe reconoce que la innovación de productos tiene un fuerte efecto en el crecimiento del empleo, tanto en la industria como en los servicios, mientras que los de la innovación organizativa y de procesos son insignificantes. En épocas de de boom económico la innovación crea empleo y en las de crisis ayuda a preservarlo.
 
La energía en Europa se plantea como un problema que afecta a la competitividad de las exportaciones. Los precios de la electricidad y del gas son más elevados que los de otras zonas del mundo, principalmente por los impuestos, los gravámenes y los costes generados por las redes. La mejora en la eficiencia energética llevada a cabo por las empresas europeas no ha conseguido contrarrestar el efecto negativo de la subida de los precios energéticos sobre la competitividad.
 
Ante este panorama, la Comisión Europea recomienda apuntalar la reconstrucción de Europa desde las fortalezas identificadas:
 
  1. La ventaja competitiva en numerosos productos de exportación, tanto en los de alta intensidad tecnológica, como los farmacéuticos, como los de media intensidad, como maquinaria o el sector químico.
  2. La proporción de productos intermedios domésticos (fabricados en Europa) en las exportaciones europeas es elevada, alrededor de un 85% del valor añadido, y superior al de otros países de fuerte vocación exportadora como Corea.
  3. Las exportaciones europeas se caracterizan por un mayor grado de sofisticación y complejidad que los productos exportados por otros países.
  4. La exportación europea lleva asociada una elevada proporción de mano de obra muy cualificada en su producción.

lunes, 8 de septiembre de 2014

La economía en el limbo: calma sin viento en las velas

A nadie se le escapa a estas alturas que esta crisis en la que nos vemos inmersos desde 2007 no es un fenómeno coyuntural y que está transformando los cimientos del mundo que heredamos del -en la distancia ordenado comparado con estos tiempos-, siglo XX.

En las crisis cíclicas a las que estábamos acostumbrados ya hace un puñado de años que hubiésemos empezado a ver los brotes verdes en la forma de crecimiento de los agregados de la producción y del empleo. Pero siete años después, las economías afectadas, pues recordemos que la crisis solamente ha afectado a una parte del orbe, combinan signos positivos titubeantes con señales que nos llevan desde el desconcierto al miedo.

En la región europea, y tras grandes avisos por parte de los expertos, la autoridad monetaria ha comprendido por fin que el peligro no está en un repunte de la inflación –bendito sea, si fuese fruto de una vigorosa reactivación de las macromagnitudes-, sino en el estancamiento prolongado y la deflación, ese fantasma que hasta hace bien poco parecía estar relegado al universo de la leyenda urbana. Como decía Paul Krugman en un reciente artículo:
“Europa, que está en peor situación económica que durante la década de 1930, se encuentra sin lugar a dudas atrapada en un torbellino deflacionario, y es bueno saber que el BCE es consciente de ello. Pero puede que la revelación haya llegado demasiado tarde. No está nada claro que las medidas que hay ahora sobre el tapete sean lo bastante contundentes para invertir el sentido de esa espiral deflacionaria.”
Antaño, el escenario económico que manejábamos solamente tenía dos posiciones: o la recesión destructora de empleo y de actividad comercial, o el crecimiento firme. Ahora nos encontramos con una tercera situación, un limbo en donde la crisis como tal parece superada pero en el que el motor económico no acaba de arrancar. No se destruye empleo, pero tampoco se crea en grandes volúmenes. El PIB evoluciona positivamente, pero creciendo tímidamente, como con apatía.

Desde la orilla europea miramos con envidia al vecino atlántico de enfrente, viendo cómo allí parecen solucionar nuestra mayor preocupación, que es el desempleo desbordado. Pero lo cierto es que los analistas norteamericanos también están preocupados y desconcertados por una situación a todas luces anómala.

El número de julio de The Economist expresa esta inquietud en el artículo Jobs are not enough, argumentando que, aunque la evolución positiva del mercado laboral en EE.UU. está acercando a la economía nacional al pleno empleo (en junio la tasa de paro bajo hasta el 6,1%, la más baja de los últimos seis años), el Producto Interior Bruto cayó un 2,9% en su tasa anual en el primer trimestre. Parece una contradicción que una recuperación de la tasa de ocupación tan relevante no vaya asociada a un potente crecimiento de la economía.

El artículo reconoce que la actividad económica a corto plazo depende en gran medida de los vaivenes de la demanda y que ésta ha sufrido una severa contracción en los últimos años, tanto por la parte de las familias como por la del Estado. Pero también afirma que a medio y largo plazo la capacidad nacional para crecer se basa en la cantidad y la calidad de la mano de obra, siendo esta última medida en términos de la productividad del trabajo.

Pues bien, teniendo en cuenta que la producción nacional (numerador) ha disminuido y que la masa de trabajadores ocupados ha aumentado (denominador), llegamos a la conclusión de que la productividad laboral ha caído significativamente. En teoría este factor hipoteca el crecimiento futuro del país.

La recuperación de las cifras positivas del mercado de trabajo en EE.UU. se achaca en el artículo a factores estructurales, en principio no asociados a la mejora de la producción (que no se ha producido), como la jubilación de los primeros baby boomers o a que los jóvenes amplíen su periodo formativo retrasando su entrada al mundo laboral. Además se ha restringido la entrada de mano de obra inmigrante al país. Son elementos que reducen la oferta de mano de obra.

Las expectativas del crecimiento anual de la mano de obra entre 2010 y 2030 son del 0,3%, menos de un tercio de las tasa de las dos décadas anteriores.

Claramente, todos estos indicios de situaciones anómalas, según los cánones que manejábamos, presentan un cambio estructural en marcha, la aparición de un nuevo orden mundial que todavía no acertamos a vislumbrar, pero cuyos rasgos desconcertantes ya estamos sufriendo.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Cuando la globalización amplía la desigualdad en naciones emergentes


A pesar de que desde el siglo XVIII los defensores del libre comercio abogan por sus bondades a la hora de garantizar el crecimiento y el bienestar de todos los países implicados, nuestra joven globalización, en términos de décadas, parece demostrar lo contrario, por lo menos en lo relativo a la distribución de la renta interna de los países en desarrollo.

Básicamente, las teorías de la economía clásica que se refieren al comercio internacional postulan que cada país se especializará en la exportación de bienes o servicios en los que sea más competitivo (los que pueda producir con un coste relativo menor) que el resto de naciones. En el caso de un país en vías de desarrollo, se espera que la demanda internacional de sus exportaciones debería aumentar internamente la necesidad de mano de obra de baja cualificación y en consecuencia provocar un aumento de los salarios.

Pero el esquema actual de comercio internacional no parece cumplir estas expectativas, como expone el artículo de The Economist Revisiting Ricardo. Según los datos que maneja el autor, aunque la distribución de la renta entre países ricos y pobres se ha equilibrado entre 1988 y 2008, por regla general la distribución interna de la riqueza ha ampliado la brecha entre los ricos y los pobres en esas naciones.

El modelo clásico ha fallado y los economistas se apresuran a estudiar por qué. El profesor de Harvard y premio Nobel Eric Maskin ha analizado este fenómeno y ofrece una posible explicación, que se basa en las relaciones internacionales entre trabajadores cualificados y no cualificados de países pobres y ricos.

Su tesis parte de la premisa de que los trabajadores sin cualificación pueden ser más productivos cuando se combinan con trabajadores cualificados. El modelo divide la fuerza de trabajo en cuatro grupos:

A.    Trabajadores cualificados de países desarrollados.
B.    Trabajadores poco cualificados de países desarrollados.
C.    Trabajadores cualificados de países en desarrollo.
D.    Trabajadores poco cualificados de países en desarrollo.

Maskin defiende que antes de la era de la globalización, antes de 1980, los trabajadores de los países en desarrollo (grupos C y D) trabajaban juntos, y según su postulado esta relación impulsaba la productividad de los menos cualificados.  Por su parte, los cualificados no tenían relación con el mundo desarrollado y sus salarios crecían poco o nada, pero en cambio los menos cualificados, al ser más productivos, veían sus ingresos crecer, disminuyendo la brecha de rentas entre ambos colectivos.

Con el advenimiento de la globalización, la revolución de los transportes y las comunicaciones y el impulso consecuente al comercio internacional, los trabajadores cualificados de los países en desarrollo (C) comienzan a relacionarse con los trabajadores poco cualificados de los países desarrollados, debido al offshoring o deslocalización industrial, que lleva las plantas productivas y distintas líneas de negocio de Europa y EE.UU. a lugares de Asia, África o Latinoamérica.

De acuerdo con Eric Maskin, cuando esta producción de bienes intermedios o esta prestación de servicios (por ejemplo, call-centers) se llevaba a cabo en las metrópolis,  eran desempeñadas por trabajadores poco cualificados (B); sin embargo, cuando se llevan al mundo en desarrollo, los mismos puestos son ocupados por empleados con un alto nivel de formación (C).

De esta forma, los poco cualificados del mundo desarrollado (B) empiezan a trabajar con los muy cualificados de los países emergentes (C), y los poco cualificados de estos países (D) quedan de lado. Por añadidura, está demostrado que la demanda que realizan las empresas multinacionales establecidas en países en desarrollo de mano de obra cualificada (C), eleva significativamente los salarios de éstos, ampliando la brecha de renta existente con los no cualificados (D).

El artículo aporta dos datos al respecto: las empresas exportadoras en México pagan a la mano de obra formada hasta un 60% más que las locales; en Indonesia, las multinacionales establecidas allí pueden pagar hasta un 70% más a los trabajadores cualificados que las compañías del país.

En consecuencia, la globalización y la mejora de las condiciones salariales de la mano de obra cualificada contratada por empresas extranjeras, amplía la brecha de riqueza con la masa de trabajadores sin cualificación en los países emergentes.

jueves, 19 de junio de 2014

Las dos caras de la economía latinoamericana


Los clarines han sonado anunciando un cambio de tercio para la macroeconomía de la región latinoamericana. Los modelos económicos basados en la exportación de materias primas y en el dinero abundante y barato parecen pasar a la historia, y el futuro inmediato no garantiza las generosas tasas de crecimiento interanual a las que estaban acostumbrados los países de América Latina.

El subcontinente se divide en dos equipos claros cuyas perspectivas de éxito para afrontar el estancamiento global son abiertamente distintas. Por una parte nos encontramos la Alianza del Pacífico, integrada por México, Perú, Chile y Colombia, economías muy dinámicas con un futuro prometedor, y por otra Mercosur, cuyos socios son Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y Venezuela, que ofrecen un elevado grado de incertidumbre.

Recientemente, el artículo del diario El País América Latina va a dos marchas ponía en evidencia los contrastes entre estas dos áreas de alianza comercial entre países.

El caso de la Alianza del Pacífico es el de un modelo de libre mercado flexible que parece capear mejor la crisis internacional que el basado en el proteccionismo de los países que integran Mercosur. De esta forma, para los primeros se prevén tasas de crecimiento para el presente año de entre el 3 y el 4%, mientras que los segundos apenas llegarán de media al 1%.

El problema con Mercosur, a juicio de los expertos consultados en el artículo, es el elevado grado de proteccionismo del que hacen gala las políticas económicas de los gobiernos de sus socios y el peso de la burocracia sobre la actividad comercial y productiva.

Ni siquiera la gran esperanza del desarrollo que ha constituido Brasil en los últimos años se libra de los nubarrones en el horizonte, las agencias de calificación le han bajado a su solvencia la nota dos veces en lo que va del presente año. A pesar de ser la economía del grupo Atlántico de mayor crecimiento esperado, este probablemente no supere el 1,8%.

Podríamos argumentar que en el equipo Mercosur la preocupación por lo social es más significativa que entre los liberales del Pacífico, más centrados en el crecimiento económico a cualquier precio que en la redistribución de la renta.

Y es verdad que entre 2005 y 2013 Brasil ha reducido la pobreza a la mitad, del 36% al 18%, Argentina un tercio, del 30 al 20%, y Venezuela del 37 al 27%. Pero los socios de la Alianza del Pacífico, exceptuando México que ha sufrido un retroceso, también han hecho progresos en este campo: en Colombia ha bajado la pobreza del 45 al 32%, en Perú del 52 al 25%, y en Chile del 13 al 11%.

En suma que la región de Latinoamérica muestra un perfil como el del dios romano Jano: dos caras opuestas una mirando al Atlántico y la otra al Pacífico.

lunes, 2 de junio de 2014

¿Realmente la tecnología está mejorando la educación?


Hace unos días el Premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz reflexionaba en un artículo  sobre la dificultad para detectar el efecto del ritmo de innovación de Silicon Valley sobre el PIB de los Estados Unidos de América. Y recordaba a otro Premio Nobel, Robert Solow, cuando en la década de los 80 afirmaba no percibir el impacto positivo de la informática y los ordenadores sobre la productividad.

En el mundo educativo nos enfrentamos actualmente a un dilema semejante: ya va existiendo una penetración significativa de la tecnología en el sector y sin embargo no se aprecian mejoras en el nivel cognitivo del alumnado, según los expertos.

Este tema es objeto de análisis en la reciente publicación  Las TIC en la educación digital del Tercer Milenio, que coordinada por Crisóstomo Pizarro Contador, presenta las conclusiones del III Foro Internacional de Valparaíso.

En el trabajo, el profesor Martin Carnoy de la Universidad de Stanford se pregunta si son significativos los efectos de Internet sobre el aprendizaje, y reconoce que muchos de los estudios realizados sobre el tema no encuentran una correlación positiva entre ambos.

La introducción de TIC en el aula no implica, por sí sola, una mejora de los resultados académicos. El “evangelismo tecnológico”, término utilizado por el experto de la OCDE Francesc Pedró, parece apuntar que una inmersión total de la educación en los principios y postulados de la denominada Web 2.0 sin duda traerá consigo un cambio cualitativo en las capacidades y habilidades del alumnado. Sin embargo, la investigación empírica no siempre apoya esta afirmación, o en cualquier caso, establece matices.

En el caso de Estados Unidos, uno de los países punteros en la implantación de tecnología en la enseñanza, otro estudio, esta vez de 2011, Un mundo conectado: las TIC transforman sociedades, culturas y economías de The Conference Board, afirma que los alumnos de este país obtienen una puntuación por encima de la media en comprensión lectora, aunque ligeramente inferior a Holanda (otro de los países tratado en el estudio), pero obtienen unas puntuaciones mediocres en ciencia y matemáticas, cuando se esperaba lo contrario dadas las dotaciones tecnológicas nacionales en educación. Esto lleva a la conclusión de que no existe, en el momento actual, una correlación directa entre TIC y buenos resultados académicos, y que en ocasiones se podría interpretar que hasta puede llegar a darse una correlación negativa.

El informe del III Foro Internacional de Valparaíso afirma a este respecto:
“Así pues, al revés de ciertas nociones idealistas de cambios en el pensamiento de los estudiantes —especialmente la potenciación de las habilidades para resolver problemas— gracias a las TIC en las escuelas, hay muy poca, o ninguna, evidencia de que esto ocurra.”
Una explicación sobre el bajo impacto actual de la tecnología sobre el rendimiento escolar puede estar relacionada con la posibilidad de que exista un periodo de incubación necesario de las TIC en las aulas que retrase la visibilidad de su efecto positivo.

Este factor tendría que ver con el fenómeno estudiado por el Premio Nobel de Economía Robert Solow, citado al principio, sobre el efecto retardado de la inversión en TIC sobre la productividad económica en EE.UU. Este país comienza a invertir de forma intensiva en TIC a partir de la década de los ochenta; sin embargo, los efectos sobre la productividad y sobre el Producto Interior Bruto no comienzan a hacerse sentir hasta mediados de los noventa.

En 1987 Solow afirmó: “se percibe la era de los ordenadores en todas partes excepto en la productividad”. La explicación a este lapso es que las inversiones realizadas necesitaron un largo periodo de maduración para que se produjese el cambio cultural hasta alcanzar el funcionamiento interno de las empresas e impregnase al conjunto de la economía y de la sociedad.

Desde esta perspectiva, aquellos países que han realizado desde mediados de la década pasada fuertes inversiones en terminales y conectividad en los centros escolares, como es el caso de Holanda, EE.UU. o Corea, según el modelo de Solow deberían ver mejoras sustanciales en el rendimiento de sus alumnos en la segunda mitad de la presente década, una vez que la cultura tecnológica haya arraigado en los sistemas educativos.
 
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