domingo, 30 de noviembre de 2014

Los caídos de la economía digital: trabajadores pobres de un mundo rico

Toda revolución tecnológica tiene un fuerte carácter disruptivo. Recordemos que la Revolución Industrial, en sus fases sucesivas, nos legó avances como el ferrocarril o la iluminación eléctrica de las calles, entre otras muchas aportaciones a la calidad de vida, pero no olvidemos que también supuso la explotación de la mano de obra en las fábricas y talleres, su hacinamiento en condiciones de vida insalubres, y en suma, el traslado de la división social estamental rural tradicional del Antiguo Régimen al medio urbano, bajo la égida del incipiente capitalismo. El maquinismo supuso entonces el desplazamiento del trabajador manual y su condena al desempleo o al subempleo.

Tras generaciones y generaciones de trabajadores industriales viviendo en situación de pobreza extrema, a mediados del siglo XX las naciones europeas y EE.UU. comienzan a poner en práctica políticas basadas en la distribución de la renta, principalmente garantizando el acceso de toda la población a la educación y la sanidad y estableciendo una cobertura ante el desempleo, que realmente implican una mejora sustancial en las condiciones de vida de los estratos más vulnerables de la sociedad.

Es cierto que entonces se produjo un paso adelante sin precedentes en la historia de la humanidad, pero también hay que reconocer que el sacrificio humano y el dolor que generó no puede obviarse. En la actualidad parece ocurrir algo parecido: una revolución digital que nos ha dejado la interconexión del mundo a través de redes, que nos ha metido en el bolsillo los teléfonos móviles, pero cuyo nuevo paradigma socioeconómico está implicando abandonar en la cuneta a una proporción importante de la mano de obra, generando altas tasas de desempleados.

Muy gráficamente, la revista The Economist (que ha dedicado uno de sus números de octubre al análisis de este tema) define el fenómeno como “riqueza sin trabajadores, trabajadores sin riqueza” (“wealth without workers, workers without wealth”). No se trata de un mero juego de palabras; estamos ante un modelo económico emergente intensivamente tecnológico que requiere de muchísima menos mano de obra para generar valor añadido.

Este esquema beneficia a aquellos muy formados que tienen trabajos muy especializados en profesiones relacionadas con la alta tecnología y deja de lado a todos aquellos trabajadores de baja formación y trabajos poco especializados, cuyos perfiles laborales pueden ser sustituidos –total o parcialmente- por máquinas. Como consecuencia, excepto en profesiones especializadas de los sectores tecnológicos, los salarios medios reales están estancados desde 2000 en la mitad de los países de la OCDE, y precisamente en aquellos países en los que se registra un crecimiento del empleo, como Reino Unido y Alemania, es donde más se han ajustado.

De acuerdo con The Economist, en los próximos años este proceso disruptivo se extenderá más si cabe, principalmente por tres razones:

  • Los progresos en el campo de la inteligencia artificial amenazarán los puestos de trabajo de cada vez más trabajadores. Los efectos subirán como la ola de un tsunami hacia arriba en la escala de la especialización, afectando a trabajadores cada vez más formados, cuyas competencias podrán ser desempeñadas por ordenadores.
  • Además, la creación de riqueza en la era digital requiere de poca fuerza de trabajo. Ejemplo de ello son los gigantes de la economía mundial Facebook y Google, que cuentan con menos de 50.000 trabajadores cada uno. Cualquiera puede ahora lanzar un negocio provechoso con pocos recursos.
  • Y para colmo estas tendencias están trasladándose a los países emergentes que antaño cimentaban su posicionamiento global sobre el uso intensivo de mano de obra, pero que a medida que están experimentando el encarecimiento de los costes laborales tienden a sustituir trabajadores humanos por máquinas. La manufacturera china Foxconn es buen ejemplo de ello.
El nuevo mundo en el que nos adentramos trae consigo un aumento de la desigualdad y  divisiones sociales importantes: entre las rentas del capital y las del trabajo, cuya distribución se inclina desproporcionadamente hacia el primero, y entre los trabajadores altamente cualificados y los que no lo están.

Ciertamente, la promesa de que la tecnología mejorará nuestras condiciones de vida no se está cumpliendo por ahora, aunque eso sí, nos da la oportunidad de tuitear las mayores sandeces que se nos ocurran a todo el orbe.
  
  

sábado, 22 de noviembre de 2014

Tecnología en el aprendizaje: el futuro ya es presente

La Dirección General de Educación y Cultura de la Comisión Europea lleva a cabo un proceso de vigilancia del grado de aplicación de la tecnología en la educación a través del programa HORIZON. Recientemente ha lanzado la edición 2014 del informe relativo a la educación primaria y secundaría (el dedicado a la educación superior ya lo comentamos en otro post).

La publicación Horizon Report Europe 2014 Schools Edition divide las conclusiones del estudio sobre el grado de penetración de las TIC en tres grandes epígrafes: tendencias, obstáculos y grado de desarrollo de la adopción de tecnología.

Desde el punto de vista de las tendencias presenta una subclasificación temporal, atendiendo a cuándo se espera que alcancen efectivamente a las escuelas:

Tendencias rápidas: las que llegarán a los colegios europeos en dos años.

  • Creciente ubicuidad de los medios sociales: con cerca de 300 millones de usuarios en Europa, los medios sociales son utilizados por un 40% de la población del continente. Los profesores y alumnos no son ajenos a la tendencia y cada vez los incorporan en mayor medida como canales de comunicación académicos. 
  • Repensar el papel del docente: implica analizar cómo las herramientas informáticas y los medios sociales afectan a su perfil profesional, para que los educadores puedan asumir el papel que se espera de ellos en una sociedad digital.
Tendencias a medio plazo: las que probablemente tengan lugar dentro de entre tres y cinco años.

  • Creciente interés en los recursos educativos abiertos: cada vez cobran más importancia dentro de los sistemas educativos aquellos recursos que no sólo son gratuitos, sino que pueden ser libremente modificados, copiados y distribuidos.
  • Uso creciente de diseños híbridos de aprendizaje: se trata de modelos educativos que combinan la clase presencial con el uso de plataformas online de aprendizaje, tanto individual como en grupo.
 Tendencias a largo plazo: las que no se esperan antes de cinco años.

  • Evolución del aprendizaje online: las necesidades pedagógicas de los alumnos y profesionales de los docentes darán forma a las versiones futuras del aprendizaje online.
  • Auge del aprendizaje y el asesoramiento basado en los datos: la aplicación de la analítica web a la personalización del proceso de aprendizaje del alumno, de forma que se aprovechan todos los datos que genera online para conocerle mejor y potenciar su proceso formativo, todavía está dando sus primeros pasos, aunque se espera que cobre fuerza a largo plazo.
 Los obstáculos a los que se enfrenta la modernización de la enseñanza también son objeto de una subclasificación, en función de si son salvables, difíciles o “endiablados”.

Se concibe como obstáculos salvables aquellos que comprendemos y que sabemos resolver, como:
  • Integrar las TIC en la formación del docente: a pesar de que una parte de los centros escolares europeos ya están dotados de tecnología, todavía hay una falta de formación tecnológica entre los docentes que les permita aprovechar al máximo esos recursos.
  • Las bajas competencias digitales de los estudiantes: a pesar de que pasan mucho tiempo en las redes, los jóvenes carecen de una verdadera cultura digital, que les permita navegar seguros,  discriminar las fuentes de información y utilizar eficientemente la avalancha de datos de la que están rodeados.
 Otra categoría es la de los obstáculos difíciles, que no son otros que los que comprendemos aunque la solución se nos escapa.
  • Combinar el aprendizaje formal e informal: se admite que una parte importante del aprendizaje se produce fuera del aula y del entorno educativo, se trata del aprendizaje informal. Dada la importancia de éste, el reto consiste en combinarlo efectivamente con el aprendizaje formal para obtener los mejores resultados.
  • Crear oportunidades para el aprendizaje auténtico: es otro de los retos: llevar el aprendizaje de la vida, de la calle, de situaciones reales, al aula, algo que presenta un gran potencial pedagógico y una ocasión para enganchar el interés del alumno.
Por último, el informe nos presenta los retos “endiablados”, que son los que ya son tan difíciles de plantear como para encontrarles una solución:
  • Pensamiento complejo y comunicación: se trata de formar al alumno en formas complejas de pensamiento asociadas a la sociedad digital: diferenciar la inteligencia humana de la artificial, abstracción, deconstrucción de tareas complejas, deconstrucción de problemas complejos…
  • Estudiantes como codiseñadores del aprendizaje: es quizá el objetivo último de la pedagogía actual, el convertir al alumno en el arquitecto o diseñador de su propio proceso educativo, en colaboración con sus profesores y compañeros de clase.
La última parte del informe está dedicada a las tecnologías específicas y su prospección de adopción en términos temporales. De esta manera:

En el plazo de un año o menos se espera que llegue a los colegios europeos:
  • Cloud computing o trabajo en la nube.
  • El trabajo con tabletas, que llegarán a sustituir a los ordenadores.
En el plazo de entre dos y tres años podría llegar al sistema educativo:
  • Videojuegos y técnicas pedagógicas basadas en el juego (gamification).
  • El mobile learning o aprendizaje con dispositivos inalámbricos que llevan el aprender a cualquier lugar.
En un plazo algo más largo de entre cuatro y cinco años podría llegar a las aulas:
  • El aprendizaje personalizado a través de plataformas online, apps y herramientas.
  • Laboratorios remotos y virtuales para potenciar y apoyar el aprendizaje de ciencias.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

La riqueza se desplaza pero no garantiza el desarrollo


El término “riqueza que se desplaza” (“Shifting Wealth”) ha sido acuñado por la OCDE para describir el proceso mediante el cual determinados países en vías de desarrollo han desplazado a los países desarrollados como epicentro de la actividad económica. Básicamente han mostrado tasas de crecimiento más elevadas durante más de una década.

Esta riqueza en movimiento ha dado a luz otra definición referida a estas naciones, esta vez creada por el Banco Mundial, la de Países de Renta Media (MIC en sus siglas en inglés). Son un total de 86 repartidos por América Latina, Asia, Europa y en menor medida, África.

El crecimiento económico de los MIC en muchos casos ha ido acompañado de una reducción significativa de la pobreza: el Banco Mundial arroja el dato de una reducción del 52% en 1980 al 21% en 2010 de la cantidad de personas que viven con menos de 1,25 dólares al día. No obstante, la OCDE pone en aviso de que gran parte de esta mejora en términos brutos se debe exclusivamente a la mejora en las condiciones de vida de la población china, manteniéndose elevadas tasas de pobreza estructural en numerosos MIC.

A pesar de la aparente mejora económica, que en ocasiones ofrece impresionantes rendimientos de indicadores, muchos países de renta media no están convergiendo con el mundo desarrollado, pues encuentran obstáculos para progresar en términos sociales e institucionales y al no producirse un reparto de la riqueza adecuado entre todos los estratos de población.

Las perspectivas son heterogéneas: naciones como China o Panamá podrían alcanzar la renta media de la OCDE hacia 2050, mientras que otras que aparentemente muestran un buen comportamiento económico, como México, Colombia, Hungría o Sudáfrica, podrían tardar mucho más.

La diversidad de situaciones impide aplicar panaceas de desarrollo que puedan servir para cualquier MIC: cada caso requerirá soluciones distintas. En un post pasado ya hablamos de la “trampa de la pobreza” que amenaza a los MIC asiáticos; ningún país de cualquier otro continente escapa a este peligro si no invierte en mejorar su productividad, tanto de la mano de obra como del capital, así como en la creación y mejora de las infraestructuras.

Por todo esto, la OCDE nos pone en guardia para no perder de vista a los países de renta intermedia, no dejar de apoyarles en sus necesidades de desarrollo y no dar por sentado que han iniciado un proceso de mejora socioeconómica irreversible. El peligro de volver a caer en la pobreza absoluta siempre acecha.
 
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